¿DICTADOR YO?... JAMÁS
Rafael
Gallegos Blog núm. 315
Pérez Jiménez se hacía
llamar Presidente Constitucional. Y lo era de acuerdo a “su” Constitución: la procedente de las
elecciones de 1952, que le esquilmó a URD contando los votos en los cuarteles. Cuando
se vencía su “período” en 1957, cambió elecciones por plebiscito. Dicen que le
tuvo miedo a que Betancourt diera la orden de votar contra él y fuera
derrotado. Asistió sólo a “sus” elecciones y ganó. Pero nadie lo quería. Algo
similar a lo acontecido este 2017 con la Asamblea Nacional Constituyente. Solos
acudieron, solos se contaron e ironías de la vida… solos se quedaron.
Juan Vicente Gómez tampoco
permitía que le dijeran dictador. Siempre era Presidente Constitucional, o Jefe
del Ejército. Todo legal legalito. Para eso elaboró y modificó… siete
constituciones en 27 años. Esta “revolución” ya va para dos en 19 años.
Gómez no quiso contarse en
1914 cuando le correspondía hacer elecciones. A Rafael Arévalo González lo
mandó a La Rotunda cuando, de acuerdo a la ley, lanzó al doctor Félix Montes
como candidato presidencial. La excusa para suspender las elecciones: una
invasión. “Y que” Cipriano Castro invadiría por Falcón. Lo cierto es que Gómez
modificó “su” Constitución y dejó al insípido Victorino Márquez Bustillos
encargado de la presidencia… por siete años.
Nuestra “revolución” ya ha
asomado que si siguen las amenazas de invasión de Trump, no habrá elecciones. ¿Repetición
de la historia? Por ahora el CNE retrasa la fecha de convocatoria, elimina
centros electorales y con el mayor desparpajo coloca obstáculos para
desmoralizar a la ciudadanía. Eso sí, no les gusta que los llamen dictadores.
DERECHOS
¿INHUMANOS?
Según su propia versión,
Pérez Jiménez jamás violó derechos humanos. En buen andino decía que las
acusaciones eran habladurías de esos “muérganos”
de la oposición. O sea: los comunistas, los adecos, los urredistas y los
copeyanos.
Cuando mataron a Delgado
Chalbaud, dijeron que fue un accidente. Luego el autor material Domingo Urbina fue
asesinado al salir de su escondite en la Embajada de Nicaragua. “Sabía
demasiado”, diría algún esbirro mientras soplaba el humo de “su” pistola.
Esa dictadura mató en
seguidilla a tres secretarios de la clandestinidad de AD. Pero jamás lo
reconoció. Ruiz Pineda, Alberto Carnevali y Pinto Salinas. Ruiz Pineda “y que”
en un enfrentamiento. Al cadáver le colocaron
una botella vacía en sus manos para indicar que estaba borracho. Carnevali
murió de cáncer en prisión ante la
sordera oficial por el clamor internacional para que le atendieran su penosa
enfermedad. Pinto Salinas fue acribillado y Pedro Estrada dijo que tuvieron que
matarlo porque los esbirros de la Seguridad nacional “y que” se vieron
obligados a defenderse cuando Pinto les disparó. Habrase visto.
Jamás reconocieron su
participación en esos horrendos crímenes. Igual mataron al teniente Droz Blanco
en Bucaramanga, o atropellaron a Andrés Eloy Blanco en México. Puro accidente. Según
el gobierno “constitucional”… no tuvieron nada que ver con eso, ni con los torturados,
ni los asesinados.
De la represión de Gómez ni
hablar. Vidrio molido, colgados por los testículos “hasta que meen de a
pabajo”. Pero el presidente constitucional Juan Vicente Gómez seguía adelante
con su lema de Unión, Paz y Trabajo: Unión en las cárceles, Paz en los
cementeros y Trabajo en las carreteras.
Por eso, cuando esta “revolución” habla de Paz, hay que
preguntarse: dónde. Ya hay múltiples acusaciones nacionales e internacionales
de presos políticos, torturas, criminal represión en las manifestaciones. Hay
decenas de presos más allá de la orden de libertad, como Jon Goicochea o los
agentes de Chacao. Y muchos alcaldes detenidos. Pero el gobierno “democrático”…
como si no fuera con él. Parece que desconocieran la parábola de Robespierre.
Hablan de ley contra el
odio mientras insultan con saña a los dirigentes de la oposición (el monstruo
de Ramo Verde, mariconsones, Capriloca, asesinos, y toneladas de diputados y
periodistas golpeados). Hablan de traición a la patria mientras ningunean
nuestra soberanía ante el comunismo cubano e hipotecan el subsuelo a los rusos
y los chinos.
Pero para el gobierno este
padecimiento colectivo no es dictadura, sino democracia y para remate directa. Así es, como
la “democracia” cubana, pana y modelo, donde el gobierno cumple el sueño de los
enchufados venezolanos: ir solo a las elecciones y sacar el 99 %; donde Raúl Castro
no es dictador, sino Presidente Constitucional. Ah! y la democracia es directa,
porque allá la oposición va directamente… a la cárcel.
Dime de que te jactas y te
diré de qué adoleces. La careta “democrática”
de la “revolución” está más devaluada que su moneda. Son reyes desnudos.
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